by WairX » Wed Nov 19, 2008 10:33 pm
Después de haber rellenado todos los papeles necesarios para poder incorporarse al gremio de magos, como no tenía nada que hacer durante esa mañana, decidió esperar al primer turno de la clase de alquimia. Cuando entró en la habitación en donde transcurrirían las lecciones, quedó asombrado por la decoración, que aun siendo siemple parecía brillar con luz propia.
Tras cinco minutos de espera y cuando el aula ya estaba llena de gente que asistiría, entró en ella un hombre de altura considerable que llevaba una túnica de color verde musgo con una capucha, la cual cubría su cabeza y tapaba parte de su rostro.
Por su forma de andar transmitía seguridad y puede que hasta soberbia; al llegar al escritorio se sacó la capucha y, dijo con voz grave:
—Buenos días a todos, en breves instantes llegará vuestro profesor; ha tenido un percance.
La gente comenzó a estallar en murmullos cuasi-silenciosos; y enseguida llegó el maestro.
Entró por el fondo del aula, al tiempo que el secretario abandonaba la estancia.
Se subió el profesor a una silla, sabiendo que había más gente que otros días; así que comenzó:
—Buenos días, aula. Parece que hay más gente.. para los que no me conozcais, volveré a presentarme brevemente...
Luego de hacer este inciso de unos minutos, comenzó a dar materia, como habitualmente.
Más tarde, las clases finalizaron, cuando Wolfus miró su reloj y se dió cuenta de que habían transcurrido horas, pero habían pasado increíblemente rápido; entonces recordó lo que había dicho el mago que había conocido al inscribirse.
Ya era casi mediodía por lo que como aún tenía algo de tiempo decidió ir a buscar alojamiento y de paso comer algo en el lugar del que medio gremio hablaba: La Posada del Buen Mago.
Al llegar allí, vió que estaba llena de gente, y después de echar un rápido vistazo se dirigió a la barra para que le atendiesesn.
Unos minutos después fue atendido por un hombre que parecía el dueño del local dado que todo el mundo se había dirigido a él para pedir algo (lo cual era normal, porque en aquel momento no había nadie más atendiendo el bar).
Wolfus le pidió un bocadillo y una botella de agua fría. Cuando Lloren se lo trajo le pegó al bocadillo un buen mordisco y después le preguntó a él si tenía alguna habitación libre en la posada para alojarse una buena temporada, a lo que el propietario respondió que sí, entregándole una llave con un pequeño número 9 grabado en ella y le dijo:
—Segundo piso, novena puerta a mano izquierda.
Entonces Wolfus le dio las gracias, terminó su bocadillo, cogió la botella con el agua que quedaba y su mochila y se marchó a la habitación que le había asignado. Al llegar a la puerta introdujo la llave y abrió la puerta.
Al entrar en la habitación, vió que era bastante amplia, tenía una cama, un escritorio y un armario.
Dejó sus cosas encima de la cama para ordenarlas más tarde, cogió los apuntes de alquimia y se puso a mirarlos sentado en el escritorio.